viernes, 24 de abril de 2009

REANIMACION CARDIOPULMONAR


Pontificia Universidad Católica de Chile
Facultad de Medicina
Programa de Medicina Intensiva
Apuntes de Medicina Intensiva



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Reanimación Cardiopulmonar

Dr. José Miguel Mardónez
Dr. Manuel Chacón


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Introducción

El paro cardiorespiratorio (PCR) es el cese de la actividad mecánica cardíaca. Se diagnostica por la ausencia de conciencia, pulso y ventilación. La totalidad de las medidas que se implementan para revertir este escenario se denomina Reanimación Cardiopulmonar (RCP), distinguiéndose dos niveles de complejidad creciente y consecutiva: el soporte vital básico y el soporte vital avanzado. Es importante tratar de establecer la causa que condujo al paro y su pronóstico a la brevedad posible. Esto ayudará a decidir la intensidad y continuidad de las maniobras. A pesar de los avances tecnológicos, el pronóstico global del PCR es malo y no se ha modificado en los últimos cuarenta años. Este capítulo tiene por objeto revisar algunos aspectos fisiopatológicos, diagnóstico, manejo y pronóstico del paro cardiorespiratorio intrahospitalario.



Consideraciones Preliminares

El PCR es un síndrome clínico. A veces es súbito e inesperado y aunque no hay una relación temporal precisa, se produce por lo general dentro de la primera hora de presentación de síntomas. En otras, la condición basal del paciente lo sitúan en un nivel de riesgo previsible. De una revisión colectiva de la literatura de estos últimos treinta anos, es poca la evidencia existente en relación con la predictibilidad y pronóstico del PCR intra hospitalario. Esta falta de información no nos permite establecer sistemáticamente de antemano qué paciente tendrá un mejor o peor pronóstico. La toma de decisiones debe ser hecha en una base individual, caso a caso, por quien este mas familiarizado tanto con la condición específica del paciente, como con su voluntad previa.



Aspectos Fisiopatológicos del PCR

El colapso circulatorio desencadenado por el paro cardíaco produce una reducción dramática en el transporte de oxígeno a la célula. A escala celular y en especial en el cerebro y miocardio, esta reducción produce un cambio de metabolismo aeróbico a anaeróbico lo que resulta en la producción de 2 moléculas de ATP por unidad de glucosa y ácido láctico (comparado con las 38 moléculas que produce la vía aerobia). En los primeros 5 minutos después del paro cardíaco las reservas de ATP celular se han agotado. Una pequeña cantidad de energía se obtiene por vía de la adenil-kinasa, en la que dos moléculas de ADP reaccionan para producir un ATP y un AMP. El AMP a su vez es convertido en adenosina, la misma que tiene efectos deletéreos, deprimiendo la conducción a través del nodo atrio-ventricular y produciendo además vaso dilatación arteriolar. Las bombas iónicas ATP dependientes se pierden, produciéndose la depleción intracelular de potasio y magnesio, la inactivación de los canales de Na+ y la activación de los canales lentos de Ca2+. Este último al no poder ser bombeado eficientemente al citosol interfiere con la producción mitocondrial de ATP y activa la respuesta inflamatoria celular.

A nivel miocárdico, el consumo de oxígeno cae con el paro. En la fibrilación ventricular se estima en un 30-40% de las demandas pre-paro. La presión de perfusión coronaria, es decir la gradiente entre la presión diastólica aórtica y la presión diastólica de aurícula derecha ha demostrado ser tanto en modelos animales como humanos, el mejor valor predictor hemodinámico de retorno a una circulación espontánea. Con el masaje cardíaco externo se alcanza entre un 5 y un 10% del flujo miocárdico basal, elevándose a cerca de un 40% de la condición pre paro con el uso de drogas vasopresoras (adrenalina).

Por lo que hemos señalado, es fácil entender la importancia que tiene el tiempo en el éxito de las maniobras, como así también lo desfavorable del escenario. De una situación de bajo consumo de oxígeno, reservas energéticas disminuídas y producción de energía poco eficiente, queremos llevar a nuestro paciente a un mayor consumo mediante el restablecimiento de la actividad mecánica con medidas que no alcanzan ni el 50% de lo basal.



Diagnóstico

El enfoque al diagnóstico es clínico fisiopatológico. El PCR se produce por alguna de las siguientes vías o por una combinación de ellas.

Hipoxemia.
Alteración cardíaca.
Trastornos electrolíticos.
Transporte inapropiado de oxígeno.
Hipoxemia

Ya sea por insuficiencia ventilatoria de causa central o neuromuscular, obstrucción de la vía aérea y las de origen pulmonar, la falta de oxígeno con la respuesta adrenérgica asociada conduce al PCR.

Alteración Cardíaca

Por falla de bomba, por ejemplo secundaria a isquemia o infarto miocárdico, por trastornos eléctricos, bradi y taquiarritmias que produzcan compromiso hemodinámico y trastornos mecánicos que obstruyen la circulación como el neumotórax a tensión, tamponamiento cardíaco o TEP masivo.

Trastornos electrolíticos

En el paciente crítico se observan graves alteraciones del ritmo por trastornos en los niveles de potasio, magnesio y calcio. Como parte de la RCP deben medirse precozmente estos elementos y tratar empíricamente ante la sospecha clínica.

Transporte Inapropiado de oxígeno:

Debemos recordar que en el transporte de oxígeno intervienen varios factores, el débito cardíaco, la hemoglobina y la saturación de oxígeno de la misma.



Manejo

Generalidades

El objetivo inicial de las maniobras de RCP es restablecer la circulación espontánea. Esto se logra implementando las medidas que nos permitan obtener la mejor presión de perfusión coronaria y oxigenación. Hecho el diagnóstico de paro, inconsciencia, ausencia de pulso y apnea, es fundamental establecer el ritmo en el que se encuentra el paciente. Existen cuatro ritmos básicos:

Taquicardia ventricular sin pulso.
Fibrilación ventricular.
Asistolía.
Actividad eléctrica sin pulso.
La importancia de establecer con prontitud el ritmo esta íntimamente ligada a la efectividad de las medidas y consecuentemente al pronóstico. Los ritmos de mejor pronóstico son la taquicardia ventricular sin pulso y la fibrilación ventricular. Ambos se manejan igual y en ambos el éxito de la intervención es inversamente proporcional al tiempo que uno retrase la desfibrilación. Dicho de otra manera, mientras más precoz sea la desfibrilación, mayor probabilidad de retorno a circulación espontánea. En un paciente en PCR, nada debe retrasar el diagnóstico del ritmo, ni siquiera el manejo de la vía aérea.

Masaje Cardíaco

Como se señaló, con el masaje cardíaco externo, en el mejor de los casos se logra entre un 5 a un 10% del flujo coronario basal. De gran controversia en las últimas décadas ha sido el mecanismo de flujo que se logra con el masaje. La ecocardiografía transesofágica ha demostrado que con la compresión externa de los ventrículos se logra el cierre de las válvulas aurículo ventriculares (bomba cardíaca) sin embargo algunos elementos de la bomba torácica facilitan el flujo cerebral. Se ha demostrado la existencia de válvulas funcionales en las venas yugulares y subclavias que evitarían la transmisión de presiones positivas intra torácicas a la circulación cerebral manteniendo una gradiente de presión arterio-venosa que facilita el flujo anterógrado. Independientemente de cual sea el mecanismo de flujo y basado en observaciones experimentales, pareciera que la relación óptima para un ciclo compresión-descompresión es de un 50%, siendo la recomendación actuale del Consejo Europeo de Reanimación la de mantener una frecuencia de 100 masajes por minuto. Indudablemente que el mejor débito cardíaco y flujo coronario se logra con el masaje cardíaco interno. Este debe reservarse a situaciones puntuales y en manos de personal bien entrenado. Modelos matemáticos, con valores que reproducen la fisiología de un paciente adulto de 70kg. sin deformaciones torácicas, permiten estimar que el débito cardíaco generado por el masaje cardíaco a tórax cerrado es de aproximadamente 1,3L/min y 25mmHg de presión de perfusión sistémica, mientras que la compresión y descompresión activas (Cardiopump AMBU) más el masaje abdominal interpuesto genera 3,1L/min y 58mmHg.

Desfibrilación

Los monitores desfibriladores actuales, tienen todos la secuencia 1-2-3 claramente especificada:

1= encendido
2= seleccionar la dosis de carga
3= descarga de dosis seleccionada.

Es útil recordar:

El operador maneja la derivación con las paletas inicialmente.
Automáticamente se enciende en NO SINCRONIZADO para desfibrilar y que en caso de cardioversión eléctrica debe sincronizarse.
El dispositivo de sensibilidad permite aumentar o disminuir la amplitud del registro. (Útil cuando se quiere diferenciar entre una fibrilación ventricular fina y una asistolía)
Sea sensible con la piel del paciente y generoso con el gel.
Antes de desfibrilar ordene al resto del equipo que se aleje del paciente.
Es la medida más efectiva para reanimar un paciente en taquicardia ventricular sin pulso o fibrilación ventricular. Úselo.
Vías de Admnistración de Drogas

La vía de elección es la vía venosa. Si se dispone de un acceso venoso central, este es de elección por la rápida llegada de las drogas al corazón. Si el acceso es periférico, las drogas deben ser " empujadas " con 20 cc de solución fisiológica y el brazo levantado. No usar vías venosas por debajo del diafragma. Han habido resultados contradictorios con la vía endobronquial pero en general debe usarse de 2 a 2.5 veces la dosis endovenosa y diluídas en 10 a 20 ml de solución salina. Algunos autores continúan preconizando la vía intra cardíaca, pero las complicaciones potenciales de esta técnica ( taponamiento cardíaco, laceración coronaria, necrosis miocárdica y neumotórax) sumado a la necesidad de suspender el masaje mientras se aplica, la contraindican.

Adrenalina

La epinefrina es una catecolamina endógena con efecto alfa y beta adrenérgico. Es considerada la droga vasoactiva de elección en el paro cardíaco. Varios trabajos experimentales han comparado la epinefrina con otras drogas agonistas "puras" como la fenilefrina, methoxamine y últimamente la vasopresina no observándose mayor diferencia. En los últimos años la dosis de epinefrina de 1mg cada 3-5 minutos ha sido cuestionada. Esta dosificación data de 1963, de las observaciones experimentales y clínicas de Pearson y Redding, en que la mayoría de sus pacientes en fibrilación ventricular, adultos y niños, eran resucitados con dosis de 1mg.

En una reunión de Consenso de la American Heart Association en 1992, con la evidencia disponible se concluyó:

La mortalidad es alta a pesar de la dosis de epinefrina
La mayoría de los pacientes que sobrevivieron respondieron a la desfibrilación y por lo tanto no recibieron epinefrina.
No se objetivaron efectos deletéreos de las dosis elevadas de epinefrina.
Por lo tanto se recomienda una dosis de 1mg cada 3-5 minutos y se sugiere considerar como candidatos para dosis altas ( 5mg o 0,1mg/kg) a aquellos pacientes en los que el régimen estándar fracase.

Antiarrítmicos

El Consejo Europeo de Resucitación considera que los antiarrítmicos tienen un uso limitado. En relación con la lidocaína, consideran que puede aumentar tanto el umbral como la energía necesaria para una desfibrilación exitosa, asociándose además a un aumento significativo de las asistolías post desfibrilación. Concluyen también que los otros antiarrítmicos como los beta bloqueadores, amiodarona y bretylium, si bien podrían tener efectos teóricos benéficos, no existe suficiente evidencia clínica que avale su uso rutinario.

La AHA(American Heart Association) continúa considerando a la lidocaína y al bretylium como drogas IIa, es decir drogas aceptables, probablemente útiles. Fundamentan esta recomendación en varios trabajos clínicos y experimentales. Quizás uno de los argumentos de mayor peso, sea el hecho de que algunos episodios de aparente fibrilación ventricular refractaria, sean la representación mas bien de una rápida recurrencia de la arritmia antes que una persistencia de la misma. Se recomienda usar la lidocaína en un bolo inicial de 1,5mg/kg. Repitiendo cada 3-5 minutos hasta una dosis total de 3mg/kg.

El ARREST Trial (Amiodarone in the Out-of-hospital Resuscitation of Refractory Sustained Ventricular Tachyarrythmias) publicado a fines de este del presente año, randomizó 504 pacientes con PCR en taquicardia ventricular o fibrilación ventricular que no respondieron a tres desfibrilaciones, a Amiodarona 300 mg. o placebo. Los resultados demostraron:

Mayor sobrevida en el grupo tratado con amiodarona.
El uso precoz de la amiodarona producía mejor respuesta.
El 50% de los que sobrevivieron no quedaron con déficit neurológico.
Atropina

Se piensa que durante el paro existe un tono parasimpático elevado como consecuencia de la estimulación vagal producida por la intubación, la hipoxia y acidosis del cuerpo carotídeo. La atropina es el tratamiento de elección en la bradicardia sintomática a dosis de 0,5mg cada 5 minutos según necesidad. Bloquea la acción de la acetil-colina sobre los nodos sinusal y A-V, aumentando la frecuencia cardíaca y la conducción A-V. La asistolía es una arritmia casi siempre fatal y pareciera que la atropina tendría un valor limitado en este contexto. La recomendación es no pasarse de la máxima dosis vagolítica de 3mg o de 0,04mg/Kg. El protocolo de manejo de asistolía que a continuación presentaremos recomienda en el adulto una dosis única inicial de 3mg.



Lecturas recomendadas

Peter Safar, Nicholas G. Bircher, Don Yealy, Basic and Advanced Life Support. In Principles and Practice of Emergency Medicine. 4TH ed. Lea Febiger, 1998.
A Standardized Curriculum of the Basic Principles of Critical Care. Society of Critical Care Medicine. Páginas 15 a 26. 1996.
David V. Skinner, Richard Vincent, Cardiopulmonary Resuscitation. 2nd ed. Oxford Handbooks in Emergency Medicine. 1997.
Jon L. Jenkins, Joseph Loscalzo, G. Richard Braen, Cardiopulmonary Resuscitation IN Manual of Emergency Medicine. 3rd ed. Little Brown and Co. 1995.

ADMISION Y ALTA A UNIDADES DE CUIDADOS INTENSIVOS


Pontificia Universidad Católica de Chile
Facultad de Medicina
Programa de Medicina Intensiva
Apuntes de Medicina Intensiva



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Admisión y Alta a Unidades de Cuidados Intensivos

Dr. Vinko Tomicic


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Introducción

Las demandas de servicios médicos tales como la medicina crítica son probablemente los que más a menudo exceden la disponibilidad de recursos. En el contexto de estas limitadas condiciones, las instituciones y los proveedores individuales de estas atenciones se ven obligados a usar algunas definiciones éticas para distribuir equitativa y eficientemente los recursos disponibles.

La mayoría de los médicos opinan que los beneficios que otorgan las unidades de cuidados intensivos deberían ser reservadas para aquellos pacientes que poseen condiciones médicas reversibles, es decir, que tienen una "perspectiva razonable de recuperación".

El concepto de agrupar a los pacientes de acuerdo a la severidad de la enfermedad que los aqueja existe desde hace por lo menos 100 años. Sin embargo, esto no fue aceptado hasta el nacimiento de las primeras unidades de quemados y los centros de trauma en la década de los 40. El estímulo para este cambio fue inicialmente de tipo administrativo, ya que el cuidado de los pacientes podía ser hecho más eficientemente agrupando al personal especializado y los equipos adecuados en un recinto apropiado.

Desgraciadamente, hasta la fecha, hay pocos estudios que hayan examinado las indicaciones y los resultados de los cuidados en estas unidades. Además, es difícil clasificar a los pacientes adecuadamente. Por ejemplo, Kraiss y cols. evaluaron 196 pacientes que fueron sometidos a endarterectomía carotídea durante un periodo de dos años y no hallaron diferencias significativas en los resultados ni complicaciones entre el grupo admitido a UCI y aquellos que fueron enviados a salas de cuidados habituales.

En 1983, la primera conferencia de consenso sobre medicina crítica condujo al National Institute of Health a señalar que la práctica clínica ha conducido a expandir las indicaciones de admisión a las unidades de pacientes críticos. Posteriormente la sociedad de medicina crítica emite una guía de recomendaciones en relación a los criterios de admisión y alta desde estas unidades. Por otra parte, el desarrollo de nuevos productos farmacéuticos y tecnologías han hecho que los cuidados en estas unidades sean cada vez de mayor costo. Además, al mismo tiempo que las demandas aumentan, la capacidad de satisfacerlas se restringen debido al inadecuado reembolso, al crecimiento de las restricciones en los cuidados en salud y a la falta de personal. Por este motivo, cada vez toma mayor importancia el definir claramente los criterios de ingreso, alta y triage en estas unidades.

Muchas instituciones de salud han respondido a este desafío con la creación de unidades de cuidados intermedios, que no son más que unidades de menor complejidad o de descarga que sean capaces de proveer cuidados graduados que se ajusten a las necesidades de cada paciente. Hay reportes que sugieren que estas unidades pueden reducir los costos, optimizar el uso de las unidades de cuidados intensivos, evitar las readmisiones y disminuir la tasa de mortalidad hospitalaria.

Roger Bone, en un análisis reciente sobre las indicaciones de ingreso y alta precoz desde estas unidades, enfatizó la necesidad de contar con métodos objetivos para identificar a aquellos pacientes que podrían ser manejados en unidades menos complejas y sin ir en desmedro de los resultados. Además, poder identificar a los pacientes que se encuentran en riesgo de presentar malos resultados como potenciales admisiones a unidades de mayor complejidad.



Metas y objetivos

El primer paso para desarrollar criterios de admisión a UCI, sería desarrollar un mecanismo confiable que sea capaz de distinguir a aquellos pacientes que se beneficiarán de estas unidades de aquellos que no lo harán. Algunos opinan que el estado de salud de los pacientes es el criterio más importante para determinar el acceso a estas unidades por sobre otras consideraciones como las económicas y legales, que si bien también son de importancia, pero secundarias. Por lo tanto, las primeras preguntas que uno se debería responder antes de diseñar los criterios de ingreso deberían ser :

Son diferentes los resultados en aquellos pacientes de bajo riesgo que ingresan a la UCI de aquellos que se rechazan y son tratados en unidades alternativas?
Si no hay diferencias en este grupo, ¿Qué punto en la escala de gravedad utilizada al ingreso hace la diferencia?
Pueden los pacientes con una posibilidad de 0% de sobrevida ser identificados antes del ingreso y ser tratados en unidades de cuidados especiales para pacientes terminales?
Otras determinantes de admisión, tales como disponibilidad de camas, recursos humanos y técnicos, consideraciones éticas, morales y económicas, capacidad de las unidades de cuidados intensivos e intermedios de prestar los servicios con un mínimo nivel de calidad, van más allá de la finalidad de este comunicado y deben ser tratadas en cada caso particular con el paciente, cuando es posible, o con la familia y el médico de cabecera.



Criterios de Admisión

Hay dos condiciones en las que el manejo en UCI no ofrece beneficios sobre el cuidado convencional. Esto ocurre cuando los pacientes se encuentran ubicados en los extremos del espectro de riesgo vital, es decir, riesgo demasiado bajo o muy alto de muerte.

" Demasiado bien para beneficiarse"

" Demasiado enfermos para beneficiarse"

Es difícil definir estas dos poblaciones basándose exclusivamente en el diagnóstico. Por ej: Brett y cols estudió a los pacientes con sobredosis de drogas que son comunmente admitidos en UCI y demostró que aquellos sin criterios clínicos de alto riesgo no requerían intervenciones en estas unidades. Sin embargo, 70 % de estos pacientes fueron ingresados para ser observados.

El "beneficio sustancial" está sujeto a interpretación. Paz y cols. examinó los ingresos a UCI médica de pacientes post-transplante de médula ósea y observó que aquellos pacientes que requieren soporte ventilatorio tienen un índice de alta que sólo alcanza un 3.7 % versus 81.3 % de los que no lo requirieron. Publicaciones previas a este respecto dan valores similares para aquellos pacientes que necesitaron ventilación mecánica (2.5-7%). Ahora, si este índice de alta es sustancial o no, depende de cada institución. Estas interpretaciones están sujetas a diferencias en los criterios de admisión entre médicos e instituciones.

Existen instrumentos para evaluar la severidad y pronóstico de los pacientes críticos, los cuales sumados al juicio clínico representan la mejor manera disponible actualmente para determinar dichos parámetros. Sin embargo, estos instrumentos predictores han sido aplicados a pacientes que ya han sido admitidos en la UCI y no han sido probados como instrumentos de tamizaje preadmisión.



Modelos de Priorización

Estos sistemas definen a la mayor parte de los pacientes que serán beneficiados con la atención en UCI (prioridad 1) y aquellos que no lo harán al ingresar a ella (prioridad 4).

Prioridad 1: son pacientes inestables con necesidad de monitoreo y tratamiento intensivo que no puede ser entregado fuera de estas unidades. En estos pacientes generalmente no hay límites para la prolongación de la terapia que están recibiendo. Pueden incluir pacientes post-operados, con insuficiencia respiratoria que requieren soporte ventilatorio, que están en shock o inestabilidad circulatoria, que necesitan monitoreo invasivo y/o drogas vasoactivas.

Prioridad 2: Estos pacientes requieren monitoreo intensivo y potencialmente pueden necesitar una intervención inmediata y no se han estipulado límites terapéuticos. Por ejemplo pacientes con estados co-mórbidos quienes han desarrollado una enfermedad severa médica o quirúrgica.

Prioridad 3: Pacientes que pueden recibir tratamiento intensivo para aliviar su enfermedad aguda, sin embargo, se le puede colocar límite a los esfuerzos terapéuticos, tales como no intubar o no efectuar reanimación cardiopulmonar si la requirieran. Ejemplos: pacientes con enfermedades malignas metastásicas complicadas con infección, tamponamiento cardíaco u obstrucción de la vía aérea.

Prioridad 4: Son pacientes no apropiados para cuidados en UCI. Estos deberían ser admitidos sobre una base individual, bajo circunstancias inusuales y bajo la supervisión del jefe de la unidad. Estos pacientes se pueden clasificar en las siguientes dos categorías:

Pacientes que se beneficiarían poco de los cuidados brindados por una UCI, basados en un bajo riesgo de intervención activa que no podría ser administrada en forma segura en una unidad que no fuera una UCI (demasiado bien para beneficiarse). Incluyen pacientes con cirugía vascular periférica, cetoacidosis hemodinámicamente estable, insuficiencia cardiaca congestiva leve, sobredosis de drogas sin alteración de conciencia, etc.
Pacientes con enfermedad terminal e irrreversible que enfrentan un estado de muerte inminente (demasiado enfermos para beneficiarse). Por ejemplo: daño cerebral severo irreversible, falla multiorgánica irreversible, cáncer metastásico que no ha respondido a quimio y/o radioterapia (salvo que el paciente esté en un protocolo específico), pacientes capaces de tomar decisiones que rechazan el monitoreo invasivo y los cuidados intensivos por aquellos destinados sólo al confort, muerte cerebral que no son potenciales donadores de órganos, pacientes que se encuentran en estado vegetativo persistente, etc.


Modelo por Diagnósticos

Este se basa en un listado de condiciones o enfermedades específicas que determinan admisiones apropiadas a las unidades de cuidados intensivos.

Sistema Cardiovascular

Infarto agudo del miocardio complicado
Shock cardiogénico
Arritmias complejas que requieren monitoreo continuo e intervención
Insuficiencia cardíaca congestiva con falla respiratoria y/o que requieran soporte hemodinámico
Emergencias hipertensivas
Angina inestable con inestabilidad hemodinámica, disrritmias o dolor torácico persistente
Paro cardíaco reanimado
Tamponamiento cardíaco o constricción con inestabilidad hemodinámica
Aneurisma disecante de la aorta
Bloqueo AV completo u otro que requiera marcapaso.
Sistema Respiratorio

Insuficiencia respiratoria aguda que requiera soporte ventilatorio
Embolía pulmonar con inestabilidad hemodinámica
Pacientes en unidades de intermedio que inicien deterioro respiratorio
Necesidad de cuidados respiratorios de enfermería que no pueda brindarse en unidades de menor complejidad
Hemoptisis masiva
Falla respiratoria con intubación inminente
Obstrucción de la vía aérea postoperatoria
Desórdenes Neurológicos

Accidente vascular cerebral con deterioro del estado de conciencia
Coma: metabólico, tóxico o anóxico
Hemorragia intracraneal con riesgo potencial de herniación
Hemorragia subaracnoídea aguda
Meningitis con alteración del estado de conciencia o compromiso respiratorio
Afecciones del SNC o neuromusculares con deterioro del estado neurológico o de la función pulmonar
Estatus epilepticus
Muerte cerebral o muerte cerebral potencial quienes estén siendo agresivamente manejados mientras se determina su condición de donante
Vasoespasmo
Injuria cerebral aguda severa (TEC)
Sobredosis de drogas

Ingestión de drogas con inestabilidad hemodinámica
Ingestión de drogas con alteración significativa del estado de conciencia
Ingestión de drogas con riesgo de aspiración pulmonar
Convulsiones post-ingesta de drogas
Desórdenes gastrointestinales

Hemorragia digestiva masiva incluyendo hipotensión, angina, sangrado incoercible o la presencia de condiciones co-mórbidas
Falla hepática fulminante o subfulminante
Pancreatitis aguda severa
Perforación esofágica con o sin mediastinitis.
Sistema Endocrino

Cetoacidosis diabética con inestabilidad hemodinámica, alteración de conciencia, insuficiencia respiratoria, acidosis severa y alteraciones hidroelectrolíticas graves
Tormenta tiroídea o coma mixidematoso con inestabilidad hemodinámica
Estado hiperosmolar con coma o inestabilidad hemodinámica
Otras condiciones endocrinas como crisis adrenales con inestabilidad circulatoria
Hipercalcemia severa con alteración de conciencia y necesidad de monitoreo hemodinámico
Hipo- o hipernatremia con convulsiones y alteracion de la conciencia
Hipo- o hipermagnesemia con compromiso hemodinámico, de conciencia, convulsiones y/o arritmias
Hipo- o hiperkaliemia con disrritmias o debilidad muscular severa
Hipofosfatemia con debilidad muscular
Quirúrgicos

Pacientes postoperatorios con necesidad de monitoreo hemodinámico, soporte ventilatorio y cuidado de enfermería intensivo (drenajes, ostomías,etc)
Misceláneas

Shock séptico
Monitoreo hemodinámico
Condiciones clínicas con altos requerimientos de cuidados de enfermería (por ej: uso de ventilación mecánica no invasiva, etc)
Injurias ambientales (radiación, ahogamiento, hipo- o hipertermia)
Terapias nuevas o experimentales con potenciales complicaciones (trombolisis de infartos cerebrales, tromboembolismo pulmonar, etc)
Postoperatorio de transplantes (renal, hepático y pulmonar)
Cirugía en enfermedad pulmonar obstructiva crónica


Modelo por parámetros objetivos

Se han desarrollado, con el objetivo de estandarizar la atención de salud, protocolos de acreditación para ser aplicados en cada hospital en forma individual que incluyen: signos clínicos, parámetros laboratoriales e imagenológicos como criterios de ingreso a unidades de cuidados críticos (Joint Commission on Accreditation of Healthcare Organizations). Este proceso ha sido recientemente revisado y modificado; sin embargo cada hospital tiene la obligación de continuar incorporando nuevos parametros objetivos de acuerdo al tipo de pacientes y patologías que son de mayor frecuencia según las circunstancias locales. Los criterios que serán listados a continuación, mientras no se establezca un consenso, son arbitrarios, ya que no hay datos disponibles hasta la fecha que algún criterio o rango específico haya demostrado mejoría en los resultados.

Signos vitales

Pulso <40 o > 150 latidos por minuto
Presión arterial sistólica< 80 mmHg o 20 mmHg por debajo de la presión habitual del paciente.
Presión arterial media < 60 mmHg
Presión arterial diastólica > 120 mmHg
Frecuencia respiratoria >35 respiraciones por minuto
Valores de laboratorio

Sodio sérico <110 mEq/L ó > 170 mEq/L
Potasio sérico <2 mEq/L ó > 7 mEq/L
PaO2 < 50 torr (6.67 kPa)
pH <7.1 ó >7.7
Glicemia > 800 mg/dL
Calcemia > 15 mg/dL
Niveles tóxicos de drogas u otra substancia química en un paciente comprometido neurológica o hemodinámicamente
Imagenología

Hemorragia cerebrovascular, contusión, hemorragia subaracnoídea con alteración de la conciencia o focalidad neurológica
Ruptura de víscera, vejiga, hígado, várices esofágicos, útero, con inestabilidad circulatoria
Aneurisma disecante de la aorta
Electrocardiografía

Infarto del miocardio con arritmias complejas, inestabilidad hemodinámica o insuficiencia cardiaca congestiva
Arritmias supraventriculares con inestabilidad hemodinámica
Taquicardia ventricular sostenida o fibrilación ventricular
Bloqueo AV completo
Signos físicos de comienzo agudo

Anisocoria más alteración de conciencia
Quemaduras mayor al 10 % de la superficie corporal
Anuria
Obstrucción de la vía aérea
Coma
Status convulsivo
Cianosis
Tamponamiento cardíaco


Criterios de alta o traslado

La condición de los pacientes que se encuentran hospitalizados en las unidades de cuidados intensivos debe ser revisada contínuamente, de manera de poder identificar cual de ellos no se está beneficiando de los cuidados en la unidad y que éstos puedan ser administrados en otras unidades de menor complejidad sin poner en riesgo al paciente. Esto se puede dar principalmente en dos condiciones :

Cuando el estado fisiológico del paciente se ha estabilizado y el monitoreo y cuidados en UCI ya no son necesarios.
Cuando el estado fisiológico del paciente se ha deteriorado y nuevas intervenciones específicas no se han planeado por no tener la capacidad de mejorar su condición. En este momento es aconsejable el traslado a una unidad de menor complejidad con la intención de privilegiar el confort y la presencia de la familia.


Consideraciones administrativas y de rendimiento

Toda unidad de cuidados intensivos debe incluir políticas de ingreso, egreso y triage. Estas deberían por lo menos anualmente ser revisadas por un grupo multidisciplinario. Además, debe existir una adecuada revisión de los resultados obtenidos, respaldados por una base de datos, para así conocer las características de las admisiones, la toma de decisiones y la mortalidad ajustada para cada unidad. La incidencia de pacientes de bajo riesgo que ingresan sólo para monitoreo pueden ser usados para calibrar la eficiencia del proceso de admisión. Por otra parte, se deberían tener los cuidados necesarios para seguir la pista de los pacientes que fueron rechazados y así conocer, si a éstos en otras áreas, se les aseguró un resultado y una estadía hospitalaria equivalente. Las solicitudes denegadas o los traslados precoces que crearon conflictos como posponer el ingreso de dichos pacientes o crearon reingresos post-traslado, deberían dar lugar a una reevaluación permanentemente del proceso de toma de decisiones.

La calidad y eficiencia de una unidad de cuidados intensivos por la complejidad y el significado que reviste, debería ser continuamente reevaluada. Por lo tanto, examinar la objetividad de los criterios de admisión y descarga, a través de la mortalidad ajustada por gravedad y el número de readmisiones, constituyen una herramienta valiosa para readecuar y definir apropiadamente la utilización de esta importante y costosa unidad de atención.



Lecturas recomendadas

Society of Critical Care Medicine Ethics Committee:Consensus statements on the triage of Critical Ill patients. JAMA 1994;271:1200-1203.
Kollef MH, Shuster DP : Predicting ICU outcomes with scoring systems: Underlying concepts and principles. Critical Care Clinics 1994; 10:1-18.
Bone RC, McElwee NE, Eubanks DH: Analysis of indications for intensive care unit admission - Clinical Efficacy Projects- American college of Chest Physicians. Chest 1993;104: 1806-1811.
Kraiss LW, Kilberg L, Critch S: Short-stay carotid endarterectomy is safe and cost-effective. Am J Surgery 1995;169: 512-515.
NIH Concensus Conference - Critical Care Medicine. JAMA 1983;2506: 798-804.
Society of Critical Care Medicine Task Force on Guidelines: Recommendations fpr intensive care unit admission and discharge criteria. Crit Care Med 1988; 16: 807-808.
Zimmerman JE, Wagner DP, Knaus WA: The use of risk predictions to identify candidates for intermediate care units - Implications for intensive care utilization and cost. Chest 1995; 108: 490-499.
Kollef MH, Canfield DA, Zuckerman GR: Triage considerations for patients with acute gastrointestinal hemorrhage admitted to a medical intensive care unit. Crit Care Med 1995; 23: 1048-1054.
Brett AS, Rothschild N, Gray-Rerry M: Predicting the clinical course in intentional drug overdose: Implications for the use of the intensive care units. Arch Intern Med 1987; 147: 133-137.
Paz HL, Crilley PC, Weiner M: Outcome of patients requiring medical ICU admission following bone marrow transplantation. Chest 1993;104: 527-531.
Denardo SJ, Oye RK, Bellamy PE: Efficacy of intensive care for bone marrow transplant patients with respiratory failure. Crit Care Med 1989;17: 4-6.
Bone RC: Consensus statement on the triage of critically ill patients. JAMA 1994; 271: 1200-1203.
Task Force of the American College of Critical Care Medicine, Society of Critical Care Medicine. "Guidelines for intensive care unit admission,discharge and triage. Crit Care Med 1999;27: 633-638.
Accreditation Manual for Hospitals. Department of Publications JCAHO, Oakbrook Terrace, IL.Continuum of Care 1996;155-160.

sábado, 4 de abril de 2009

PSICOLOGIA TRANSPERSONAL

Definiciones y Contextualizaciones sobre la Psicología Transpersonal
La Psicología Transpersonal surgió para abordar cuestiones que la Psicología mayoritaria había
marginado debido a una serie de creencias falsas que funcionan como limitaciones para la
comprensión de la naturaleza humana. La primera de estas falsas creencias es que el desarrollo
psicológico cesa al acceder a la madurez, creencia que comienza a ser desmentida desde las
propias instancias de la psicología evolutiva oficial. La segunda es que la salud psicológica puede
ser deducida del estudio de la patología. La tercera, que todos los estados no ordinarios de
conciencia y las experiencias místicas o transpersonales son insignificantes o patológicas.
Acompañando a estas creencias falsas, la psicología tradicional ha evolucionado en base a los
métodos aceptados por la comunidad científica y, como dijo Maslow, cuando la única herramienta
es un martillo, todo empieza a parecerse a un clavo.
El cientificismo y su soporte filosófico, el positivismo lógico, que se pretenden la única forma válida
de producción de conocimiento, han sido un lastre importante para la evolución del saber antroposocial,
empujándole hacia una concepción mecanicista propia de una anticuada visión de las
ciencias naturales. Paradójicamente, en el mismo momento que la conciencia era eliminada de la
psicología en nombre de la física, ya que según la visión cientificista la conciencia seria solo un
epifenómeno de la actividad cerebral, (según Moleschot el cerebro segrega ideas como el hígado
segrega bilis) la propia física volvía a necesitar de la conciencia para formular las leyes de la
mecánica cuántica, que posee una lógica interna diferente de la física newtoniana, y que son las
mismas paradojas que surgen al querer explicar la experiencia transpersonal.
Por ejemplo, las partículas subatómicas guardan entre si una relación contradictoria que permite
afirmar que cada partícula es al mismo tiempo todas las demás partículas. O sea, que ni siquiera
existe comunicación entre ellas, pues su relación no parece ser de naturaleza causal. Simultáneamente,
muchas de las personas que han alcanzado o experimentado transitoriamente este nivel o
estado de conciencia transpersonal, refieren una relación paradojal entre el todo y las partes. No
solamente las partes se encuentran en el todo, algo que es evidente, sino queel todo se encuentra
en las partes. Esto pone de manifiesto la coincidencia de un estado de conciencia con hallazgos de
la física moderna como la imagen holográfica, que David Bohm ha utilizado como base para su
teoría holográfica del universo, y el neurobiólogo Karl Pribram ha utilizado para su explicación del
funcionamiento cerebral, etc..
La Psicología transpersonal es entonces el estudio psicológico del desarrollo humano más allá del
ego (Vaughan en Grof, 1993) como también de las vivencias transpersonales, que son
"experiencias que implican una expansión de la consciencia más allá de las fronteras habituales
del ego, del tiempo y del espacio" (Grof en Rowan, 1996) durante las cuales "se puede
vivenciar como ilusoria nuestra identidad separada y aislada mientras que se vivencia como
real la unidad subyacente de toda la existencia" (Vaughan en Walsh y Vaughan, 1994).
La expresión "expansión de la consciencia" normalmente implica un segundo significado adicional
que se refiere a una paralela "expansión de la identidad", y en este sentido se trasciende no
solamente al ego sino también nuestra identificación con él.
Además se ha encontrado que las vivencias transpersonales ejercen una influencia positiva sobre
las personas que se plasma tanto en cambios perdurables a nivel fisiológico como a nivel
psicológico y conductual (Grof, 1993, 1994, y Walsh y Vaughan, 1994).
Uno de los fines principales de la psicología transpersonal es la delimitación de las fronteras y las
variedades de la experiencia humana consciente (Rowan, 1996) y también que apunta hacia una
integración general de las vivencias trascendentales en nuestra comprensión de los procesos
psíquicos. Esta última consideración implica la introducción y asimilación de las enseñanzas de los
sistemas psicológicos más antiguos y más ampliamente desarrollados, contenidos en las tradiciones
espirituales de la humanidad, a la psicología, fomentando así una armoniosa síntesis de
nuestros conocimientos científicos modernos con la sabiduría contemplativa y mística (Grof, 1993).
En este sentido puede decirse que la "perspectiva transpersonal considera oriental y occidental son complementarios" (Vaughan en Grof, 1993). que los enfoques
En principio, la Psicología Transpersonal comenzó estudiando las características, efectos y significado
de estos estados no ordinarios de conciencia , así como los medios de llegar a estas
experiencias cumbre, místicas, estéticas, trance, iluminación, etc.
Diversos autores han conferido a las experiencias transpersonales las siguientes características:
Carácter inefable: la experiencia que no se puede describir con el lenguaje usual.
Trascendencia del espacio y del tiempo: cuando se está en otra dimensión, el tiempo ya no
existe y el espacio tridimensional desaparece.
Sentimiento de lo sagrado: vivencia de que el universo es un lugar sagrado y que aquí y ahora
se está produciendo algo grande y digno de sumo respeto.
No Dualidad: desaparición de la percepción dualista yo-mundo o sujeto-objeto.
Cambio del sistema de valores y del comportamiento: cambio que tiende a los valores B de
Maslow (belleza, bondad, verdad), progresivo desapego de los bienes materiales, visión de una luz
y en ocasiones desarrollo de habilidades parapsicológicas.
Certeza de realidad: le confieren una certidumbre absoluta de que lo vivido es real, inclusive
mucho más real que lo vivido de ordinario en la cotidianidad.
Desaparición del miedo a la muerte: se percibe la vida como eterna, aún cuando la existencia
física es transitoria
La psicología transpersonal trasciende los límites de una lógica del individuo y en lugar de
considerarlo el centro de la cuestión, lo sume en una trama sistémico-ecológica de la realidad en
la cual constituye un elemento más, superando así la vigente epistemología del enfoque newtoniano
que sitúa al hombre en el centro del universo, cuando en verdad no es sino un elemento más
dentro del contexto.
La psicología transpersonal apunta, por ende, a la expansión del campo de la investigación
psicológica, para incluir dimensiones de la experiencia y el comportamiento humano que se asocian
con la salud y el bienestar, llevados a estadíos nunca antes considerados por la epistemología
positivista
Para conseguirlo, se nutre tanto de la ciencia occidental, fundamentalmente de aportes de la física
cuántica, de la astrofísica biotrópica y la relatividad einsteniana, como de la sabiduría oriental. De
esa manera, integra los conocimientos que aportan ambas tradiciones para conocer las potencialidades
del hombre.
La psicología transpersonal parte además de la base de que todos los enfoques y escuelas
psicológicas son complementarias entre sí y válidas por lo tanto en la parcela que cada una trabaja,
pero parciales respecto de una totalidad que no puede ser enteramente abarcada por ningún
enfoque único.
Asimismo su objetivo terapéutico básico no son los conflictos particulares (aunque los reconoce,
los trabaja y los integra) si no las soluciones generales, y su modelo referencial no son las personas
afectadas por síntomas neuróticos ni las llama- das "normales" sino los Héroes, los Budas , los
Cristos, los Gandhis, etc.
El campo de trabajo y estudio específicos de la psicología transpersonal es el espacio que se abre
entre un ego que ensueña incesantemente (inventando esperanzas para poder vivir mientras sufre
y se lamenta porque el mundo "no es como debería ser") y el Ser Luminoso, modelo de Sabiduría
y Compasión que convive con ese ego y busca florecer por todo y a pesar de todo.
Sobre la psicoterapia transpersonal.
El terapeuta intenta ayudar al individuo a ascender a niveles superiores de salud psicológica, a
desarrollar su capacidad de asumir la responsabilidad sobre sí mismo y sobre sus relaciones y
experiencias, a capacitarlo para que satisfaga de manera adecuada sus múltiples necesidades
físicas, emocionales, mentales y espirituales de acuerdo con sus preferencias y predisposiciones
personales y a contactarse con su propia dimensión trascendental a través de práctica de la vía
transpersonal. Para ello, el proceso no se ocupa tanto de la solución de los problemas particulares
per se, sino de la creación de condiciones en que se posibilite, según sea adecuado, la solución o
la trascendencia de los problemas (Vaughan en Walsh y Vaughan, 1994). El terapeuta no cura la
dolencia particular de la persona, sino que la capacita para que aprenda a contactar sus propios
recursos interiores y deje actuar sin miedo el proceso natural de curación, que es también un
proceso de crecimiento. Lo dicho lleva a los psicoterapeutas transpersonales a considerar que las
crisis significan cambio y que todos los clientes tienen capacidad de autocuración, la cual se ve
estimulada por el desarrollo de la conciencia transpersonal.
Por lo demás, la situación terapéutica es concebida de manera que ambos participantes trabajen
sobre sí mismos, cada uno de la manera más adecuada para su propio desarrollo. La consciencia
es entendida aquí como el instrumento y el objeto del cambio a la vez.
Para alcanzar sus propósitos, la psicoterapia transpersonal hace uso de todas las técnicas que se
encuentran a su disposición, ya que integra todas las teorías que se han estructurado para lograr
una comprensión más plena de la psique. La elección de las técnicas se adapta por completo a las
necesidades del cliente y a su estado de consciencia, ya que determinadas herramientas se
muestran más eficaces con determinados niveles de desarrollo de la consciencia (Wilber, 1994).
Para que ello sea posible, el terapeuta debería tener conocimientos teóricos y prácticos extensos
sobre diferentes técnicas psicoterapéuticas, y de esa manera contar con la posibilidad de hacer uso
de varias de ellas cuando resulte necesario.
Frances Vaughan, con fines de reflexión y aclaración teórica, ha hecho una útil distinción entre el
contexto y el contenido de la psicoterapia. El contexto queda siempre plenamente determinado por
los valores, las creencias y las intenciones del terapeuta. Un contexto transpersonal se crea según
ella cuando se trabaja con creencias abiertas en lo que se refiere al proceso terapéutico. Una de
tales creencias sería por ejemplo la idea de que todo tipo de valores y pensamientos, con
independencia de si son expresados abiertamente o no, afectan all proceso psicoterapéutico.
"Idealmente -dice-, una orientación psicoterapéutica transpersonal sirve de base a una integración
equilibrada de los aspectos físicos, emocionales, mentales y espirituales del bienestar" (Vaughan
en Walsh y Vaughan, 1994), y en este sentido se parte del supuesto de que en tal contexto la
sabiduría interior del organismo se sentirá libre para emerger como fuerza integradora y curativa..
Los contenidos, a diferencia del contexto, los determina y proporciona el cliente, y el contenido
nunca sera exclusivamente de naturaleza transpersonal puesto que de forma invariable reflejara
todas las experiencias vitales del cliente.
La actitud del terapeuta transpersonal debe ser en primer lugar de un compromiso profundo con su
propio crecimiento personal y espiritual. Esto es de gran importancia debido a que "el estado de
consciencia del terapeuta tiene un efecto profundo y de largo alcance sobre la relación terapéutica"
(Vaughan en Walsh y Vaughan, 1994) y por lo tanto en el cliente mismo. En este sentido es
necesario que la perspectiva transpersonal se manifieste en el terapeuta "no como una postura
ideológica ocasional, sino como un reflejo de su modo de vida" (Celis, 1996). El terapeuta debe
intentar llevar su desarrollo transpersonal en la relación terapéutica misma a dimensiones óptimas
para atender con plena consciencia a su cliente. El crecimiento de uno de los participantes en la
relación facilita enormemente el del otro. El psicoterapeuta debe estar dispuesto a encarar todo
obstáculo que surja con respecto a la percepción de sí mismo con el fin de establecer condiciones
favorables para su cliente.
El resultado exitoso de la psicoterapia transpersonal se caracteriza en términos generales por un
sentimiento ampliado de la identidad que con frecuencia se asocia a cambios motivacionales. Las
motivaciones dejan de estar dominadas predominantemente por los intereses propios y pasan a
conformarse en torno a intereses que trascienden a un individuo o a un ego en oposición a los otros
seres humanos y separado de ellos. Es probable que la persona manifieste una creciente aceptación
de cualquier experiencia humana y así reduzca la necesidad de utilizar sus mecanismos
defensivos. La apertura a lo transpersonal siempre se acompaña de un sentimiento de libertad
personal y una renovada sensación de ser responsables y de estar dirigidos desde nuestro “yo”
mas real. Por eso dejamos de sentir que somos manejados por fuerzas “exteriores” ajenas a
nosotros mismos. "Una vez que una persona ha despertado a las dimensiones transpersonales de
la experiencia, la vida misma se ve desde una perspectiva diferente" (Vaughan en Walsh y
Vaughan, 1994).
Resumiendo, podemos decir que una terapia verdaderamente transpersonal (que sera solo posible
si el terapeuta es un verdadero practicante de la vía transpersonal) implicara una expansión de la
conciencia del cliente, quien vera y sentirá cada vez mas claramente, que tanto sus sufrimientos y
conflictos “actuales” como su insatisfacción general provocada por su imperfección y sentimientos
de incompletud son nimiedades comparadas con las infinitas posibilidades que ya comienza a
vislumbrar y a experimentar.
De este modo, al disminuir la identificación con su melodrama interno y crecer su sabiduria, el
cliente experimenta una serenidad desconocida por él hasta entonces y una “abundancia” de
motivación positiva que en virtud de precisas leyes evolutivas se transforma inexorablemente en
simpatía-empatía hacia todos los seres sintientes (compasión), y del mismo modo que la conciencia
de vigilia “normal” se ve acompañada inevitablemente de pensamiento compulsivo alrededor de
temas relacionados con la inseguridad, los deseos, la preocupación, los miedos, etc., el desplazamiento
de los intereses personales del cliente desde su ego hacia valores superiores como la
bondad, la belleza, la creatividad, etc. marca el comienzo de una serie de cambios revolucionarios
que constituyen el amanecer del siguiente peldaño de la evolución de la vida, la Supraconciencia.
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